sábado, 28 de junio de 2008

Capítulo 2


Maldito "bienestar".

Estoy en el bar de Paco, en "Casa Paco" (absurda coincidencia). Me ha visto entrar y postrarme (literal) en mi rincón favorito y me asiente con la cabeza. Hoy está más lleno de lo normal. Toda la peña mirando hacia el fondo del local. Inclino mi cuerpo un poco hacia la derecha y me percato rápido del asunto: hay Fútbol.
Paco se acerca a mi zona de pasto, llega y me planta mis dos botellines de rigor. Me espeta un "Hola Adolfo" y gira rápido 180 grados. Tiene jaleo.
Le quito la rebaba metálica del cuello al primero y me lo calzo de dos tragos. Pienso si hoy juega el Madrid en Europa, pero no me cuadra, creo recordar que eso ya terminó, lo de la Copa de Europa...
De repente, la multitud grita gol, todos en uno, todos de un mismo equipo, miro a la tele pero no distingo quién juega. Un ¡España, España! me hace llegar a la conclusión de que juega la Seleccción Española. No me había enterado, no es mi asunto.
Enardecidos, los clientes ensalzan y gritan España, botan por España, se abrazan apenas conocerse por España. Beben por España, brindan por ella y se alegran por la patria. Pero seguro que mañana será otro día, las deudas serán las mismas pero con veinte euros de copas menos en los bolsillos, los problemas con sus jefes serán idénticos que ayer pero con resaca, sus hipotecas crecerán otro 2,5 . Ensalza España, gilipollas, esta patria que no me puede ni ver...
Me está entrando mala hostia y de repente oigo otro gol... más barullo. Dos chorbos se abrazan como si les hubiera tocado un millón de euros y uno de ellos busca con su mirada una cara mía de complicidad frente a su euforia. Me limito a mirarle con cara de asco para después escupir en el suelo. El chaval gira la cara nervioso, suelta al amigo y se lleva a la boca el palillero en vez de su caña. Atento chaval, que me levanto y te meto todos los palillos en la tráquea, gilipollas, que tengo un pronto que no me lo controla ni Hulk Hogan de farlopa.
Me estallo el otro botellín, me incorporo y me hago ver a Paco. Me ve y le hago un gesto con la mano derecha girándola, se los pago mañana. Paco levanta el brazo y sonríe: él sabe que sí cobra esos botijos, no como otros...
Salgo del establecimiento y según se cierra la puerta escucho otro gol, imagino que de España, por el grito casi al unísono. Me suda la polla el tema este de los mercenarios del balón.
Ha dejado de llover y se ha quedado una tarde-noche cojonuda para delinquir, porque para pedir unas monedas hay poco movimiento de gente. Me meto en el chino a pillar un litro y me aposto en el banco de al lado. Lo abro, bebo, joder!!!...cojonudo!!!
A los dos minutos, un coche para en doble fila a espaldas del banco. Me giro. El conductor pone las luces intermitentes y se baja. Abre la puerta trasera de su lado y ayuda a una anciana a bajar, con la que cruza la calle y ayuda a subir unas escaleras que conducen a un portal.
¿Y si el colega tiene algo de valor en el carro?. Me levanto y me dirijo al Audi limpito y le abro la puerta, esa puerta que como está tan bien fabricada no hace casi ruido al abrir o cerrar. Miro dentro y en el asiento del copiloto tiene un atachê o bolsa de mano. De cuero guapo. Hay lleva el cerdo toda la chicha. Pues, para mí, coleguita.
El señor adinerado está todavía subiendo escalones con la viejuna, mientras yo casi estoy doblando la esquina que me conduce a la bodega del Luis. Como tenga pasta dentro, la fiesta puede ser monumental...corro todo lo que me permiten mis enfermos pies, salibando sobremanera futuros botellines y gintonics.
Tu bienestar hoy ( y posiblemente mañana) será el mío. Gracias, señor del coche.

martes, 17 de junio de 2008

Capítulo 1

Mi nombre es "SOCIEDAD".

Aunque me pegan otros, el nombre más aproximado a la realidad que vivo es ese. También me pegan "Saciedad", "Soecidad" o "Suciedad", pero adoptaría el primero por el daño que me genera en todos los sentidos...
Para vosotr@s, y en adelante, mi nombre es Adolfo. Un alcohólico semi-mutilado que vive solo en un cuchitril y que cobra un mísero subsidio gubernamental por no poder desempeñar ningún trabajo de los que me ofrece esta santa sociedad.
Mi casa es un auténtico caos de ropas viejas, cosas inútiles y viejos recuerdos de mi etapa más positiva. Antiguamente, una trabajadora social venía dos veces en semana a poner un poco de orden en esta anarquía de podredumbre. Hace seis meses me cortaron esa ayuda, pero aquí sigo: rodeado de mierda que no puedo recoger si bebo, anclado en el sofá descompuesto de mi mini-salón y esperando el día en el que algo cambie en mi modus vivendi.
La paga que me asignan por enfermo e impedido apenas supera los 400 € ( me río yo de mileuristas ), dinero que uso para el aprovisionamiento de vino barato, alguna que otra botella de ginebra y poco más. El dinero mueve el mundo, pero frena el desarrollo de los débiles.
Hoy me he despertado, borracho todavía, y no sé ni qué hora es. Serán las dos o así de la tarde.
Las putas persianas no dejan pasar ni un halo de luz. Pues nada!! El reloj marca las siete (me imagino de la tarde), me lavaré un poco la cara y me iré a pedir a mi esquina favorita, a ver si hay suerte. La putada es que llueve. Otro día sin dinero en el bolsillo. Robaré en el Día, que allí me ponen mala cara pero no me persiguen...
Salgo a la calle. Las gotas de agua resbalando por mi rostro me hacen sentirme vivo... voy a tomarme un botellín para reducir el resacón. Ya en el bar me froto la cara para quitarme el agua y me miro las manos... joder!! Hoy no me he cortado las uñas!!!...

viernes, 13 de junio de 2008

La portada

Aquí tenéis la portada de esta historieta ponzoñosa. Las imágenes que habéis visto alegran con creces los escritos que les seguirán. Aguántate las arcadas, esto no ha empezado.
Disfruta (si puedes).

miércoles, 11 de junio de 2008

Prólogo

A la persona que escribe estas lindezas lo conocí hace ya algunos años, era un bebé. Le vi crecer y darse golpes involutarios e indiscriminados en la cabeza. Esto le ha generado una tara difícilmente superada con su medicación actual, siendo combinada con el abuso de cervezas de bajo coste y atentados a su persona, como fabricarse un piercing para el pezón con una bola de petanca o lacerarse el escroto con un destornillador oxidado...

Tuvo cierta mejoría en su etapa estudiantil, aunque las recaídas eran fatales. Cambios de centro escolar por su exacerbada violencia para con sus profesores, delincuencia enfocada a los otros alumnos o la quema del autobús escolar que le llevaba a su casa, esto último no se pudo probar, pero fue él, lo sé de buena tinta.

Sacó con muchos apuros y después de cuatro años las que le quedaron en sexto de E.G.B., y decidío no estudiar más, desoyendo los consejos de su familia. Se puso a trabajar en un bar, haciendo más horas que la puerta del establecimiento.

Lo llamó a filas el ejército, pero se salía de ellas. Continuos devaneos con el alcohol barato y las señoritas de compañía, hicieron más irritable, si cabe, el carácter de este sujeto. Largos arrestos, borracheras con el Sargento de guardia. No perdía el tiempo.

Al salir de la mili conoció a una muchacha muy guarra que trabajaba de bibliotecaria. Guarra en todos los aspectos. Se introdujo en la lectura, y más tarde en la escritura de sus propios cuentos, fábulas y vivencias. Se presento a varios certámenes de cuentos en Madrid, logrando en uno de ellos un meritorio tercer puesto compartido con otro joven con Síndrome de Dawn.

Siguió trabajando en lo que encontraba, reponedor de fruta en un mercado, limpiador de desfibriladores, de cajera en el Simago disfrazado de tía,...

La chica le dejó y nuestro autor entró en una profunda depresión de la que a día de hoy no levanta cabeza. Y aunque se casó con una mujer doce años mayor que él, este sacramento sólo lo abrazó por el dinero que poseía su mujer.

Hace dos años que su mujer ha fallecido, en un accidente de tren en Asia Central, y el ha estado malgastando el montante que ella tenía más la indemnización pertinente. Sus juergas nocturnas eran la comidilla del barrio.

Actualmente vive en un piso alquilado de unos 50 metros cuadrados, cobrando un subsidio por enfermedad y empeorando por días. Escribelos capítulos de su vida en folletos publicitarios, servilletas raídas o en lo que encuentra por ahí. Estos escritos o capítulos vitales son los que se reflejan por encima de este prólogo. Espero que os profieran la misma náusea que a mí.
Id con el Señor.

Firmado:
Indalecio Alfombras, padre del autor.